Salida fotográfica Costa da Morte. Cabo Vilán – Praia Trece
Cuando: Domingo 10/06/2018
Coste Billete: 5 € Pasajero
Horarios: salida: 9:30 Compostela. Llegada No mas tarde de las 20:00
Para inscribirme: Página Fotoforum Compostela.
Partimos de: Santiago
Que debo hacer: Llevar una cámara, baterías cargadas, tarjetas de memoria y dejarte llevar.
El camino que lleva desde Cabo Vilán hasta Praia de Trece recorre uno de los lugares más hermosos de A Costa da Morte. Un mar inquietante y hermoso a la vez, playas desiertas que encierran misterios; lugar de naufragios, fantasmas, leyendas… el contraste entre la la fuerza y la belleza. Un lugar para pasear, fotografiar y soñar.
I
-Do you have a cup of tea?
Me despiertan unos espíritus que se presentan como los tres marineros que sobrevivieron al naufragio del Serpent en 1890. En una noche de noviembre el buque topó con la Punta do Boi y murieron 173 tripulantes. Les pregunto por el resto de los fantasmas y me dicen que ni idea, han venido a pasar unos días y recordar aquellos tiempos en los que tras el naufragio vivieron con el párroco de Xaviña. Nos acercamos al Cementerio de los Ingleses y saco el hornillo para preparar un té con canela. Desaparecen indignadísimos.
II
Me siento un momento a la sombra de una roca. Se acerca un hombre por el acantilado, descalzo, arrastrando una cuerda y vestido con un traje negro sin camisa. El hombre es tan delgado que parece que el traje está a punto de descolgarse. Lo reconozco al instante a pesar de que la última vez que lo vi solo llevaba puesto su taparrabos habitual. Es Man, Manfred, el alemán de Camelle que llegó a este pueblo en 1962 y según dicen se enamoró perdidamente de una maestra que sabía algo de inglés pero poco de amor, y aquí se quedó a vivir entre sus esculturas y los dibujos que le hacía la gente q venía a pensar en otras vidas al ver su aspecto de asceta.
—¿Ha visto usted a la muerte por aquí -me pregunta
Le contesto que no; omito el tema de los espíritus, por si acaso.
Tras un silencio le digo que, si no es indiscreción, como es que está buscando a la parca si ya lleva muerto algún tiempo.
Me mira de reojo con cierta preocupación.
—¿Sabe usted cuánto?
—Desde lo del Prestige. —le contesto.
—Si, claro. Yo morí con el Prestige.
—Me deja la cuerda, la arrastro un rato, pero se enreda con la mía y la dejo.
(extraído del Viaje al borde de A Costa da Morte)